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​NUESTRA HISTORIA.....

 

 

Por Rafael Enrique González Zamorano

 

 

No hay labor mas complicada para una persona cuya actividad es distinta a la de escritor, que tratar de relatar bien y con objetividad la historia de su propia familia, como es mi caso, con el propósito no solo de perpetuar en nuestra memoria las personas que la conformaron, su vida y obra y con ello dejar escrito para las futuras generaciones algo sobre sus raíces, sino escribir sobre los actuales miembros que la integran, adultos, jóvenes y niños, hoy esparcidos por varias ciudades de Colombia y países del mundo . No es fácil recolectar datos, fotos, fechas, etc., pero mi idea es comenzar esta empresa, apoyándome en el dicho que reza: "las cargas se arreglan por el camino". No es lo mejor, pero es el inicio.

 

No busco con este ensayo nada diferente a eso que he señalado, por que considero importante que quienes conforman actualmente mi familia, que ha crecido mucho, conozcan mas sobre ella gracias a los aportes que podamos dejar aquí, y que nuestros descendientes dentro de varias generaciones sepan de sus raíces, qué hicieron sus antepasados, cómo se formaron y educaron. Nadie se muere para siempre mientras sus descendientes los sigan recordando con amor, nostalgia y gratitud.

 

Los González Quintana fueron una familia decente y excepcional por donde se les mire. El matrimonio católico de nuestros abuelos Rafael y María se celebró a finales del siglo 19 (no sé el año exacto) según me contó mi papá, el cual se llevó a cabo en una Iglesia en Bogotá (tal vez fue Las Nieves). Formados sus hijos en los más profundos principios católicos desde su niñez, lo que implica estrictas normas morales de comportamiento, le correspondió casi en su totalidad la educación a nuestra abuela María Quintana Venegas que, según nos cuentan quienes la conocieron, era una mujer piadosa, seria, de voluntad recia y firme, pero cariñosa, quien soportó con verdadero estoicismo penas profundas desde muy joven, tales como las largas ausencias del abuelo por la campaña de la guerra de los mil días, el destierro de nuestro abuelo Rafael por una persecución política del General Reyes y su temprana viudez con una carga de diez hijos, el último, Jorge, de 18 meses; la angustias económicas, la muerte en plena juventud de Laurita, su segunda hija, así como la partida para siempre hacia el exterior de Merceditas, la hija mayor y su apoyo en la educación de sus otros hijos, quien se convirtió en monja misionera, y, posteriormente, la de su hijo menor, Jorge, que muy jovencito, tan solo con 18 años,  viajó a Barranquilla y luego a la China con el fin de consagrarse como sacerdote jesuita misionero, fueron acontecimientos, que sin duda alguna, constituyeron pruebas muy duras para “mi madre” como cariñosamente y con profundo respeto hablaban de ella sus hijos.

 

Nuestro abuelo, Rafael González Barrero, de acuerdo a lo que hasta ahora hemos oído de él, fue un hombre muy preparado y valiente. Estudió en el Colegio Mayor de Nuestra Señora del Rosario y le correspondió colaborar con el Gobierno de esa época en varias posiciones, entre otras como General Comandante de la 8ª División del Ejército con jurisdicción y mando en Cundinamarca y Boyacá, afrontando en este territorio las batallas cruentas en la guerra de los “Mil días”, a comienzos del siglo XX. Pero no solo fue un valiente guerrero, sino poseedor de una gran cultura adquirida en la citada Universidad y posteriormente en otra cuyo nombre no recuerdo, la cual la vemos reflejada especialmente en sus escritos y versos, lo que nos lleva a pensar que la vena poética de los González como Alvaro, Rafael, Guillermo, y hoy María Clara González, la hija de Álvaro, provienen de él, pues recientemente hemos conocido versos de su puño y letra, cuidadosamente redactados, varios de los cuales seguramente serán transcritos aquí. Murió muy joven, en 1915, después de haber servido también al país en cargos como el de Prefecto de Bogotá y Senador de la República, pues creo (y por favor me corrigen si esto es un error) que no pasó de los 50 años de edad. Según entiendo durante la guerra adquirió una infección por la cual perdió una de sus piernas, obligándose a usar una prótesis, la cual, sin embargo, no lo limitó para sus quehaceres diarios hasta su fallecimiento.

 

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