
La familia González Quintana


Si algo caracterizó a los González Quintana, fue precisamente la facilidad de muchos de ellos para hacer versos, cualidad ésta que fué heredada de nuestro abuelo Rafael. Ojalá tuviéramos el espacio suficiente para publicarlos, porque son varios. Sin embargo, en la medida en que el tiempo nos dé las posibilidades, los iremos trasladando a ustedes.
Comenzamos con unos versos dirigidos a nuestra abuela María, a su vida militar y a uno de sus hijos, Pacho, escritos hace ya mas de 100 años. Estos versos los he tomado de una Breve Antología Poética que me obsequiaron hace ya unos años, Pablo, María Eugenia, Julián y Juan Pablo González Escallón.
A MARIA
Yo quiero que me digas
Mujer de mis ensueños,
Si alienta en nuestras almas
El mismo sentimiento;
Si amor absorbe ardiente
Tu corazón entero
Y enciende en nuestras almas
El mismo intenso fuego;
Si sientes en mi ausencia
Incógnitos deseos,
Repites mis palabras
Y evocas mis recuerdos;
Si amas en las noches
El místico silencio,
La soledad inmensa,
Los pálidos luceros;
Si buscas el infinito
Tu espíritu en su vuelo
Y asocia a lo ignorado
Mi nombre y mi recuerdo;
Si miras el futuro
Que avanza allá a lo lejos
Pensando en que no puede
Matar tu amor el tiempo;
Si miras en la sombras
Del porvenir incierto
Unidas nuestras almas
Con su amor inmenso;
Si sientes poderoso
Latir el noble aliento
Que libras las batallas
Contra el destino adverso;
Si me amas como te amo
Mujer de mis ensueños,
A quien adora mi alma
Con un amor inmenso.
6 de abril de 1895
MI LAUREL
En la guerra busqué para mi vida
La agitación febril y el duro embate
Que dan las emociones del combate
Al alma bien templada y bien nacida.
Y en mis sienes mi Patria agradecida
Un laurel colocó, que nunca abate
Ni la envidia por fiera que desate
En torrentes, su baba corrompida.
Pero hay mas de que se ufana mi alma:
Mas precioso que el lauro de la gloria
Que da a mi hogar serenidad y calma;
Por que al pasar mi nombre por la historia
Discernirá a mi probidad ka palma
Y esa es, para mis hijos, mi Memoria.
Ubaté, marzo de 1904
A JESUS
A mi hijo Francisco en su primera comunión.
Víctima de su amor por los humanos
En la cumbre del Gólgota moría,
Pendiente de una cruz - en la tarde limpia -
Taladrados los pies, rotas las manos.
El supremo Señor de SOberanos
El hijo inmaculado de María
En su hora postrera de agonía
A sus mismos erdugos llamó hermanos.
Y fue su Amor tan grande y tan profundo
En recursos de amor desconocidos
Que al partirse de aqui llevaría el mundo
En mil y mil altares escondidos
Con su eficacia de Su amor profundo
Viviendo entre hombres pervertidos.
Hoy a tu corazón llegó el Amado
A ocupar tus afectos el primero
Antes que de la vida en el sendero
Manchase tu ropaje inmaculado.
Emprende con Jesús Sacramentado
De la virtud el Santo derrotero
Para llegar a El -como lo espero-
Hasta el final de tu vivir cansado.
Solo Jesús en la fatiga ruda,
De la lucha tenaz de cada dia,
SAbe prestar al que batalla ayuda,
Y si buscas al Hijo de María,
El, a los duros corazones muda,
Y será tu sostén; será tu guía...
POSTAL
A María Espinosa S.
Tus galantes trovadores
Alabraon tu belleza
Con donaire y gentileza
Te requebraron de amores
Y con brillantes colores
Retrataron tu hermosura
Pero yo a tu alma pura
Qjuiro alabra la inocencia
Que irradia de tu presencia
Y en tu pupilas fulguran