
La familia González Quintana




"MERCEDITAS Y JORGE GONZALEZ QUINTANA, DOS VIDAS PARALELAS"
MERCEDITAS Y JORGE
Inventar lo ya inventado, no tiene objeto. Por esa razón, ponernos a buscar genealogías, historias etc., de unas personas que vivieron y murieron hace varios años, con el inmenso riesgo de no acertar y terminar inventando, sería medio tonto, por lo cual me limitaré simplemente a transcribir una biografía bellísima y muy bien escrita, cuya autoría desconozco, pero que nos fue regalada por Clarita De Urbina de González, en una de las reuniones de familia que llevamos a cabo.
“VIDAS PARALELAS”
“Mercedes y jorge, nacidos en Bogotá y en el Valle de Ubaté, respectivamente, unidos en su agitada vida por el ideal misionero y en el mismo amor apasionado por Colombia, ofrecieron a Dios el último sacrificio, muriendo lejos de su patria y de su Misión.”
“Una mañana de agosto de 1975 llega a las puertas de “Our Lady of Marcy Home” en Kansas City, un sacerdote: “Soy el Padre Jorge González, jesuita colombiano, que vengo en peregrinación a visitar la tumba de mi hermana misionera, la M. Mercedes, y deseo celebrar misa en la Comunidad que ella pasó sus últimos días”. Entre las integrantes de la comunidad solo una de las mas antiguas había conocido a la M. Mercedes”
“Después de celebrar la misa en la capilla, el P. Jorge, guiado por una religiosa, se dirigió al cementerio St. Mary´s . Allí, a lado de otras dos Mercedarias, estaba la lápida Mother Mercedes González – muerta Junio 10 de 1949”
“Como si la M. Mercedes hubiera dado cita allí a su hermano misionero, pocos meses depuse, el 6 de febrero de este año, Jorge fallecía repentinamente, también lejos de su patria y su familia, en Yuma, estado de Arizona”
“Una grata e inesperada sorpresa tuvo el Padre en Kansas: El poder conocer y hablar con Monseñor Tigre, capellán de la flotilla de bombarderos B-29, que ocupó la isla de Saipán fines de 1944 y fue el principal protector de la M. Mercedes y sus compañeras en los terribles días de la guerra.”
“De diez hijos que tuvo el digno y culto matrimonio del General Rafael González y doña Maria Quintana, cuatro abrazaron la vida religiosa: Mercedes, la mayor; Francisco José (Pacho) muerto en 1948; Guillermo, actual profesor de Teología en la Universidad Javeriana y Jorge, el menor de todos. Mercedes integró en la incipiente comunidad de misioneras de las Mercedarias de Berriz, en el país vasco y sus hermanos en la Compañía de Jesús.”
Mercedes y Jorge recibieron una decidida vocación misionera, que Dios les concedió realizar en regiones muy distintas, pero semejantes en las dificultades que los rodearon. Ella después de haber acompañando a su madre en la formación e todos sus hermanos que habían quedado huérfanos, había llegado al convento de Berriz en 1930.[1]
Después de unos años de enseñanza en el colegio, fue destinada en 1938 como superiora de la casa de Saipán, principal isla de las Marianas en el Pacífico, entonces bajo el mandato japonés. Jorge había ingresado muy joven en el noviados de los Jesuitas de Chapinero en el año 1929. Terminados sus estudios, después de trabajar tres años en el colegio de San José de Barranquilla, obtuvo de los superiores ser destinado ala misión de China. Se embarcó en Panamá en compañía de Bernardo Acevedo y de tres jóvenes jesuitas procedentes de Buenos Aires, el primero de septiembre de 1939.”
“La travesía duró mas de un mes. Dos años dedicados íntegramente al estudio del chino en Pekín (hoy Beijin) cinco mas de teología y ascética en el Teologazo internacional de Zikawei, Shanghai, fueron tiempos de penosa preparación para el apostolado. La guerra de resistencia de los chinos nacionalistas contra los invasores japoneses imponía a los misioneros duras privaciones. El 7 de diciembre de 1941, con el ataque de Pearl Harbour, se les cerraba la comunicación con el resto del mundo.
“En medio de ese ambiente de guerra recibió la ordenación sacerdotal en la gran iglesia de San Ignacio de Zikawei, el 7 de junio de 1944, sin poder comunicar la grata noticia a su familia en Colombia ni a su hermana misionera en medio del Pacífico. No podía sospechar que ella estuviera sobrellevando en esos mismos días los más angustiosos momentos de su vida. Los primeros sacrificios eucarísticos de Jorge, ofrecidos por su querida misionera, le debieron alcanzar el valor con que soportó los sufrimientos. Desde principios de ese año 1944, los japoneses amenazados de bombardeos por parte de la marina y la aviación del General McArthur contra la isla de Saipán* obligaron a las religiosas y al misionero a abandonar sus casas y los fueron llevando de un sitio a otro, en un verdadero calvario. Copiamos algunos episodios del diario de Mercedes:”
“El once de junio, precisamente el día siguiente de terminar de hacer nuestro refugio, a la hora de la siesta, oímos un ruido formidable de metralla, cañones y aviones; sentimos que el monte se derrumbaba sobre nosotras; saltamos de la cama inmediatamente, nos cubrimos con los colchones, pues salir a refugiarnos era imposible y así pasamos cerca de dos horas, sin saber si aquello era nuestro fin. Nuestra casa de tablas y zinc no ofrecía ninguna seguridad. Las visitas de los aviones se vinieron a hacer continuas, así que resolvimos vivir permanentemente en el refugio, saliendo únicamente para lo indispensable.”
“Aquello si fue el purgatorio anticipado. En cuarto de mínimas proporciones vivimos encerradas durante diez días diez personas, sin poder cambiar de postura; por las noches salíamos breves instantes a respirar un poco, pero los últimos días era imposible por el incesante cañoneo de los barcos. La Divina Providencia obró sobre nosotras por medio del jefe de Policía, quien el día 18 mandó que nos internaran en el monte para mayor seguridad; pero allí quedamos desamparadas y a campo raso. Al día siguiente, un aguacero violento que tuvimos que recibirlo pacientemente sobre nuestras espaldas, por que no hubo donde meternos. Al día siguiente el aguacero fue de metralla y solo la Divina Providencia nos pudo conservar. Los aviones trepidaban temerariamente sobre nuestras cabezas; el día lo pasamos echadas en tierra para evitar las explosiones. Hubo un momento de descanso y como creímos llegada nuestra última hora, resolvimos emplearla en una confesión que fue la última de la Hermana Genoveva”
“Se imponía cambiar de sitio: desfallecidas como estábamos, emprendimos un camino en exceso peligroso; la muerte nos cercaba por todas partes. A pocos metros de nosotras un tanque de gasolina se incendia. Huimos aterradas como Dios nos dio a entender y entonces fue cuando nos dimos cuenta de que la Hermana Genoveva estaba muerta: la habían asfixiado los gases.”
“Desde el 23 de julio hasta el 30 estuvimos expuestas al peligro de morir cada momento, pues de un lugar malo nos llevaban a otro peor, siempre entre cañones y soldados; por las noches, carreras de tres o cuatro horas nos dejaban exhaustas añadiendo a esta la escasez de agua y la sed que nos abrazaba. Casi nuestro único alimento fue la caña de azúcar, por que aunque no faltó comida, nos era imposible pasarla por falta de agua. A fuerza de rogar logramos que se nos permitiera salir de aquel sitio y nos llevaran a una cueva, que era un lujo y un abrigo en medio de aquella miseria y desamparo en que nos habíamos encontrado hasta ahora. Además, durante los primeros días tuvimos agua, que era para nosotras la primera necesidad. Pero como los americanos avanzaban por allí, procuramos evitar todo peligro no saliendo de la cueva ni durante la noche. Como quedaba junto al mar, en donde estaba la flota de guerra, de la que salían continuos disparos, era muy peligroso. Así que pasamos otros ocho días de clausura papal. En cuanto a la comida estuvimos muy bien, solo al final se nos acabó el agua y tuvimos que beber agua de mar. Espantosa.”
“El día 8 de julio, fiesta de la Santísima Virgen, dieron libertad a la misión Católica. Nos propusimos pasar al campo americano, pero era una de las proezas mas arriesgadas. Eran poco más o menos las ocho cuando llegó a la cueva un carolino diciendo: Madres, salgan enseguida que las llaman los americanos. Se trataba nada menos que de pasar del campo japonés al americano que distaba 50 o 70 metros de distancia y salvarla en medio del tiroteo. Mas nosotras cuando oímos que estaban los que tanto habíamos deseado, nos olvidamos por entero de la guerra. Nos hubieran visto correr con nuestros harapos sin cuidarnos del tiroteo que hacían los japoneses fugitivos; pero allí estuvo como en las demás ocasiones la Providencia Divina. ¿Qué sentimos al encontrarnos junto a nuestros libertadores? Difícil descripción aquella. Nos colocaron como en un valle, resguardadas de las balas de los japoneses, quienes retrocedían hacia la playa luchando. Nosotras hacia 28 días que nonos lavábamos la cara ni las manos.”
“Ahora me falta hablarles de la persona que mas nos quiere y ayuda: Del P. Tigre; lo conocimos en Susupi* por los primeros días de septiembre; es capellán de de los B-29 en Saipán (El Mensajero del Corazón de Jesús, Bogotá, No 763, septiembre de 1946, pg 376)”
“Lo que sigue, se lo contó el mismo capellán al Padre Jorge, en su visita a Kansas:
“Los marinos rudamente llevaron a las misioneras y a las niñas a un campo de concentración para chamorros**, mientras la batalla finalizaba. Yo no me había dado cuenta de que había misioneras en el campo. Un ayudante mío me guió hasta ellas. Dos heridas y las demás también en estado lamentable. Las pude sacar del campo y en una choza les pregunté: What can I do for you? Muy despacio se los dije y me entendieron.
“La Madre Mercedes era muy valiente. Pronto se organizó la Comunidad y se adaptaron muy fácilmente a los marinos. Allí iban ellos como al hogar. Las hermanas hasta les cosían la ropa. Atendían al mismo tiempo a la población chamorra.”
“Las misiones de bombardeo al Japón se organizaron desde la Isla. (Probablemente eran los mismos B-29 invisibles que, según contaba un compañero de Jorge, los visitaban diariamente en Shangai a eso de las 11 a.m. durante varios meses y descargaban sus bombas a objetivos bien precisos) Yo hice correr la noticia de que teníamos santas entre nosotros: Que nada les pasaría a las tripulaciones en sus arriesgados vuelos, por las oraciones de esas santas.”
“La Madre Mercedes nos guió al monte – un grupo escogidos de marineros – y llevando grandes piedras desde la playa hicimos un monumento a la Hermana Genoveva y pusimos una gran cruz. De este grupo –en que solo dos eran no católicos- toso se fueron confesando y comulgando. Se obró en ellos una verdadera conversión. Yo estimo que les llegó la salvación por su proximidad con las hermanas. En la mas ardua misión sobre Tokio, cayó su avión en llamas sobre la ciudad y no dudo que volaron de allí al cielo”
“Sin saber lo que hacía, prometí al a Madre Mercedes que fundaríamos una casa de la comunidad en Kansas. Yo era un sacerdote joven, sin influencia. Pero la Madre Mercedes me cogió la palabra. Puso a sus monjas a orar al Sagrado Corazón y la casa de Kansas fue un hecho.”
“En navidad tuvimos una misa sobre la playa. Asistieron como 5.000 uniformados. Muchos de ellos eran protestantes. Sin preparación, a la hora del sermón les pedí una limosna para reconstruir la casa de las hermanas ….. bien, se recogieron 18.000 dólares y con eso la empezamos.”
“La tensión y los sufrimientos de la guerra habían minado completamente la salud de la Madre. Fue trasladada a Kansas, a la casa fundada por el P Thige y allí, dos meses después, con la sencillez y la alegría de quien ha cumplido con su deber, le devolvió a Dios la vida que ella había aprovechado tan fecundamente. “Fue una gran mujer –dice una de sus compañeras-: Inteligencia clara y profunda; voluntad férrea, delicadeza exquisita de sentimientos. Una de esas almas luminosas que pasan por la tierra siendo faros que señalan la meta suprema: Dios.”
“Volvamos ahora al padre Jorge. Comenzó su apostolado directo en la misión de Liuan, aprovechando la relativa calma que siguió a la rendición del Japón alternando la visita a las cristiandades con la atención a un incipiente colegio.”
“En el verano de 1946 fue destinado al distrito de Hwoshan, difícil puesto de misión, que nunca había correspondido a los esfuerzos hechos por ganarlo al cristianismo. Tres veces en medio siglo, casa e Iglesia habían sido incendiados: las dos primeras por las tradicionales bandas de salteadores y la tercera por los comunistas. De Hwosahn llevaron al cautiverio a los padres Hidalgo, al que dejaron libre al año y medio, y Gutiérrez Avito que murió en el cautiverio. Los descarnados arcos y muros de la iglesia incendiada permanecían al la vista como un monumento deprimente y ominoso de aquella primera ocupación comunista.”
“En los años siguientes la situación fue empeorando por las incursiones de las guerrillas rojas, hasta la ocupación definitiva por las tropas de Mao, a principios de 1949. Según la táctica ordinaria de ellos, en los primeros meses no se metieron con el misionero; pero poco a poco comenzaron a hacerle la vida imposible: requisas seguidas a media noche con el pretexto de buscar libros reaccionarios. Rebeldía de los niños de la escuela de la misión, que acusados por maestros impuestos por los rojos, un día cuando acababa de sembrar el Padre la huerta, que él cuidaba con esmero y servía para proveer de sus frutos a sus compañeros de los distritos vecinos, pisotearon todo; campaña de miedo entre los cristianos para alejarlos de la Iglesia y todas las tretas en que ellos son maestros.”
[1] Por último citaremos a la Madre Margarita de Maturana, que pese a nacer en Bilbao en 1884, vino a Berriz siendo niña, donde realiza sus actividades. Dio a conocer el nombre del pueblo e inculcó el espíritu misionero de Berriz por todo el mundo, fue fundadora de las Madres Mercedarias Misioneras de berriz y murió en 1934.
* La Commonwealth de las islas Marianas del Norte (CNMI) está formada por 14 de las 15 islas que componen las Marianas (la decimoquinta es Guam, un territorio separado de los E.E.U.U.), el archipiélago se extiende a lo largo de casi 645km de norte al sur. La tres principales islas son Saipan, Tinian y Rota.. http://acquamundo.iespana.es/marianas.htm, noviembre 13 del 2005. (N del A.)
* Es un condado en Saipán, hacia el norte de las Islas Marianas, en el Pacífico. (n.del A)
* Nativos de Micronesia, también conocidos como chamorros www.acquamundo.iespana.es/marianas.htm Nov 13 del 2005.



Jorge González Quintana. Foto suministrada por Eduardo González
La Iglesia de Tamalameque donde fue párroco Jorge. Ahi ofició misa durante varios años. Foto suministrada por Eduardo González














