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GUILLERMO OSPINA FERNANDEZ

                                          (Q.E.P.D.)

ARTICULO ESCRITO POR JUAN CAMILO JIMENEZ VALENCIA PARA FORO JAVERIANO Y TOMADO EL DIA 15 DE MAYO DEL 2016 DE LA PAGINA

 

http://forojaveriano.blogspot.com.co/2011/11/homenaje-guillermo-ospina-fernandez.html 

Lunes, 14 de noviembre de 2011

Homenaje a Guillermo Ospina Fernández

Maestro de maestros, Abogado insignia de la Javeriana, con procedencia Rosarista

 

“Somos lo que repetidamente hacemos la excelencia, por ende, no es un acto, sino un hábito” decía Aristóteles. Esta frase sintetiza la vida del pedestre, no obstante ínclito jurista, quien no solo formó a sus más de 5000 alumnos en vida, sino que post mortem sigue y seguirá inculcando el amor por el derecho privado a través de sus afamadas obras “Régimen General de las Obligaciones” y “Teoría General del Contrato y del Negocio Jurídico”, ésta última escrita en coautoría con su hijo Eduardo Ospina Acosta, ilustre abogado Javeriano.

 

 

Por: Juan Camilo Jiménez Valencia

 

En aras de respetar y honrar la memoria del fallecido Guillermo Ospina Fernández, y apartarme de lo que podría ser una escueta biografía, como tantas que debe haber, éste perfil se realizó con base en entrevistas a su hijo Manuel Ospina Acosta, otro excelso abogado Javeriano, quien no solo me abrió la puerta de su casa y de su álbum fotográfico familiar, sino que además relató innumerables anécdotas personalísimas de su padre. Es así como con infinito honor y orgullo presento este homenaje al abogado insignia de la Pontificia Universidad Javeriana, Guillermo Ospina Fernández.

 

Guillermo Ospina Fernández nació en Bogotá en 1914, hijo de Antonio Ospina y Mercedes Fernández. Primogénito de cuatro hermanos; las mellizas Elvira y María, y el pequeño Eduardo. Lo que más marcó su vida fue quedar huérfano de padre a los 14 años, y encontrar que Antonio, su padre, solo había dejado deudas y por consiguiente su familia se encontraba arruinada.

 

Como en aquella época no estaba bien visto que una familia “bien” de la capital trabajara, emigraron todos a Nueva York, donde sus hermanas y su madre desempeñaron oficios domésticos, y trabajaron en fábricas de camisas. Guillermo se devolvió a los nueve meses. Su madre y hermanas entre chistes decían que la razón del retorno era que él iba a tener que planchar sus propias camisas y hacerse la comida, Guillermo, por su parte, siempre le afirmó a sus hijos que la razón primordial fue que en E.E.U.U. no iba a tener ningún futuro ya que sería imposible culminar su formación académica. Anota Manuel Ospina, su hijo, que para ese entonces, a unos escasos 15 años, Guillermo Ospina ya se destacaba en todas sus intervenciones como un estudiante brillante.

 

De vuelta en la Capital Colombiana consiguió una pensión en el centro, y se hizo amigo de los dueños de los cafés, donde lo dejaban estudiar tranquilamente sin consumir más que un tinto. Fue así como consiguió graduarse con honores del Colegio a los 16 años. Su padre siempre le había dicho que tenía que ser Ingeniero, por esta razón aplicó a una beca en el Rosario para estudiar Ingeniera. Se hizo merecedor de la beca, y para fortuna de todos los “ius privatistas” colombianos no había cupo en esa facultad, así que “le tocó conformarse” con estudiar Derecho. Durante 5 años tuvo que demostrar una conducta ejemplar y tener las mejores notas de su promoción para mantener la beca, nuevamente se graduó con honores en 1941, y el Ministerio de Justicia le otorgó la Tarjeta Profesional No. 8315.

 

Nunca se especializó en ningún campo del derecho, ya que como él decía “a uno lo especializan son los clientes”. Recién graduado fue nombrado profesor de su alma mater, al mismo tiempo que abrió una oficina, acontecimiento al que quizá se le pueden atribuir frases célebres suyas como: “Si abre oficina recién graduado busque algo con qué distraerse porque el primer año nadie lo va a llamar” o “No espere inquieto al lado del teléfono, lo que usted no llame no se hizo”.

 

Fue por esa época que su vida habría de cambiar nuevamente al conocer a un joven sacerdote jesuita recién llegado de Antioquia cuyo nombre era Gabriel. Gabriel Giraldo S.J. quien por aquella época no habría de imaginar que décadas más tarde tendría su propio edificio, convenció a Guillermo para que fuera profesor y más tarde Decano de la Facultad Femenina de Derecho de la Pontificia Universidad Javeriana.

 

La Facultad Femenina estaba compuesta por 5 alumnas, dentro de las cuales se encontraban Clara Inés Yepes y Emilia Acosta. Esto cobra vital importancia, ya que algunos le atribuyen a Guillermo y a Emilita (como le decían sus amigos), la tradición Javeriana por virtud de la cual la alumna destacada se casa con su profesor favorito, tradición que no ha cesado en 60 años, y cuyos ejemplos no me compete enunciar, por lo menos, en este espacio.

 

 El 9 de Abril de 1948 la Facultad Femenina, que tenía una sede distinta, se incendió y los jesuitas decidieron unir ambas facultades para lo cual se destinaba a una monja para cuidar a las niñas durante la clase, y para que las acompañara de regreso a sus residencias. Este evento propició que Emilia Acosta también tuviera compañeros hombres, entre quienes se encuentra el Profesor Emérito de la Javeriana Bernardo Gaitán Mahecha.

 

Guillermo Ospina y Emilia Acosta contraen matrimonio en el año de 1950, en la Capilla del Colegio San Bartolomé de Bogotá. El Matrimonio fue cubierto por El Espectador, El Tiempo, y El Siglo, no solo por los orígenes burgueses de ambos, sino además porque Guillermo Ospina para ese entonces ya era Abogado Consultor de la Presidencia. El único problema para los novios fue la tímida asistencia de sus familiares debido a que años atrás Aristides Fernández, abuelo materno de Guillermo había enviado al panóptico al General Santos Acosta, abuelo materno de Emilia. En resumen, para los Fernández el General era un liberal ateo, y para los Acosta, Aristides era apodado El Chacal Fernández y era un mata-liberales. Del matrimonio nacieron Eduardo, Manuel, Juan Guillermo y Andrés, de los cuales el único que no es Abogado Javeriano es Juan Guillermo, quien es Médico Rosarista.

 

En 1951 fue nombrado Superintendente de Sociedades, siguió con su carrera como docente y más adelante llegó a ser Decano Académico de Derecho de la Pontificia Universidad Javeriana. “Mi casa es la Javeriana” decía alegremente Guillermo, y esto es especialmente cierto ya que nunca antes y nunca después ha habido un Decano Académico que durara 28 años. Como profesor nunca dejó que le pusieran clase de 7, las tenía a las 9 para poder llegar a las 9:30am, y decía que esto se debía a que era un profesor de clase media. Siempre fue poco madrugador “Las reuniones antes de las 10:00am son altamente sospechosas, y nada bueno, por lo menos para mí, saldrá de ellas” era también una de sus mejores frases. Con respecto a las notas decía que al principio había sido “rajetas” y con el tiempo no solo se había convertido en un profesor madre, sino que cuando alguien hacía mención al respecto contestaba implacable “un mater familae, de hecho”. Sus clases también son famosas por el humo, ya que ningún alumno se acuerda de haber presenciado clase alguna en que Guillermo Ospina Fernández no fumara.

 

Uno de sus cargos más importantes fue ser no solo Magistrado, sino Presidente de la Honorable Corte Suprema de Justicia en 1967, cargo en el cual pudo sobresalir por sus intervenciones descolladamente brillantes y la elucubración que le puso a cada caso. Es recordado por Jorge Valencia Arango, Ex-Consejero de Estado, como: “Un excelente jurista, todo un cachacazo”.  

 

Fue Decano hasta 1974 cuando Alfonso López Michelsen lo nombró embajador en los Países Bajos y Representante de Colombia ante El Tribunal de la Haya, allá recibió la Cruz De Orange de la Reina Juliana I de los Países Bajos, destinada solo a los mejores agentes diplomáticos. Fue allí donde encontró el espacio para pulir sus dos obras cumbres y finalmente publicarlas a su regreso. Esas obras gracias a sus hijos Eduardo y Manuel se han actualizado a la luz de una nueva Constitución, y se siguen vendiendo en Colombia, Ecuador, Perú, Chile, Guatemala, Honduras, Costa Rica, Francia, Italia entre otros países, lo que deja abierto el interrogante ¿Cuántos millones de abogados no recitarán en varios idiomas su inmortal definición de negocio jurídico?

 

De vuelta en Bogotá volvió a sus clases, e incluso después de un accidente donde se rompió la cadera siguió dictando en silla de ruedas hasta 1990 cuando le fue imposible continuar.Entre sus condecoraciones más honrosas, además de la Cruz De Orange estuvieron La Cruz de San Carlos, La de Profesor Emérito de la Javeriana, y La medalla Félix Restrepo. Mostrando gran humildad, cuando Juan, su hijo menor le preguntó “Papá ¿Qué son esas medallas?” respondió “Pura latonería, eso ni me hace más, ni me hace menos que nadie, en cambio, las ceremonias de imposición son jartísimas”. Finalmente cabe decir que este brillante Abogado se ganó además del respeto y admiración, el cariño de sus alumnos, entre los cuales se encuentra mi madre y sus compañeros de universidad, a quienes siempre que les pregunté por él, se internaron en los turbios túneles de la memoria para salir siempre con una sonrisa.

 

Publicado por Foro Javeriano en 11:49 

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